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Cuando los israelitas regresaron de la gran matanza, se apoderaron de lo que quedaba. También los que vivían en los pueblos y aldeas de la región montañosa y de la llanura se apoderaron de una gran cantidad de cosas, porque era mucho lo que había.

Honores a Judit

El sumo sacerdote Joaquín y los ancianos de Israel que vivían en Jerusalén fueron a ver las maravillas que el Señor había realizado en favor de Israel, y a ver y felicitar a Judit. Cuando llegaron a donde ella estaba, todos a una la alabaron y dijeron:

—¡Tú eres el orgullo de Jerusalén, la mayor gloria de Israel, el más grande honor de nuestra nación!

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